Dicen que el
ser humano es como el hierro, y que con cada martillazo este se forja para
convertirse en una espada reluciente. Hoy por hoy los golpes de la vida son tan
fuertes que ni el metal más acérrimo sobreviviría en una sola pieza.
De la gran
variedad de escenarios en los que nos construimos día tras día, hay unos que se
convierten en referentes de la experiencia y el aprendizaje que nos ayuda a enfrentar
los problemas, otros que simplemente nos dibujan una sonrisa en el rostro por
su carga emocional; pero en la actualidad los niños y jóvenes se ven obligados a vivir y guardar momentos que los hieren a cada instante.
Hace unas décadas
no tenía nombre y de hecho era un proceso normal que mantenía el Status quo en el ambiente educativo;
hace no más de 20 años empezaron los primeros estudios con respecto al acoso escolar,
y recientemente en todos los medios de comunicación y las instituciones
gubernamentales han empezado campañas para la prevención y la erradicación de
este fenómeno social, más conocido como “Bullying”.
Es
fastidiar, es agredir y es intimidar a tus compañeros de clase sea de forma física
o psicológica, sea en solitario o en complicidad con los demás, sea como sea el
fin es el mismo, subyugar al “otro” por su diferencia ignorando que es una
persona, es imponer un canon de vida para los individuos, es jerarquizar las
ramificaciones de la cultura, es enmarcar la identidad, es legitimar la estigmatización
de la diferencia.
Este
comportamiento antisocial repercute en el comportamiento de las víctimas, en su
desempeño académico y afecta directamente a su autoestima y a su capacidad de interrelación
social. En el Ecuador se han realizado muchos estudios a través del INNFA “Instituto
Nacional de la Niñez y la Familia” sin ninguna manifestación. Hoy por hoy
Silvana Di Mella, actual Reina de Quito, apoya una de las campañas contra el “Bullying”
y convocando a 106 representantes de 40 colegios del distrito metropolitano, para
asistir y trabajar en el taller en contra del acoso escolar “Trabajemos por el
Buen Vivir de la niñez”.
Las
propuestas son muchas pero eso no es suficiente. Por paradójico que parezca el acoso
escolar empieza en los pupitres; si los profesores no educan desde una
perspectiva mucho más integradora y comprometida con la vida, muy poco pueden
hacer las cuñas publicitarias en internet o televisión, ya que los estudiantes
deben comprender que la sociedad solo puede ser funcional cuando aceptamos al “otro”,
que nosotros existimos y nos reconocemos en función del “otro”.
No mancillemos
una vida, pues el daño es irreparable, quizá nosotros no lo sepamos porque no
fuimos víctimas; pero hay que tomar en cuenta que algún día seremos padres. No
pensemos que el “Mundo mejor” que nuestros hijos necesitan solo tiene que ver
con un ecosistema inmaculado, también es importante que dejemos una sociedad
limpia de acoso y libre de estereotipos.